La pandemia llevó a muchos colegas a trabajar con el cuerpo, la piel y el habitar/se. Con la intención de compartir esa búsqueda, en el 2020, lancé una convocatoria abierta por redes sociales para artistas de cualquier disciplina que desearan participar. La indicación consistía en que me envíen una fotografía de una obra propia en torno a la temática y un texto/reflexión ¿Cómo es estar en tu piel?, ¿qué hace de ella una geografía única? A inicios del 2021, comencé mi residencia en el taller Tacurú de Silvina Romero donde, a partir de los aportes de la convocatoria, desarrollé una escultura blanda. Esta suerte de piel colectiva está conformada por volúmenes de tela, rellenos con vellón. El uso de distintos textiles alude a las diferentes cualidades que tiene la piel ya sea por el paso del tiempo o la zona del cuerpo en la que está. En diferentes partes la costura en relieve busca aludir a cicatrices, y en otras, detalles de tramas rotas a la idea de regeneración. Por último, en el taller Dulce con el acompañamiento de Augusto Zaquetti y Gabriela Luraschi, realicé una foto performance en la que ingresaba y salía de la pieza. La intencionalidad estaba en dar cuenta de la tensión entre lo ajeno y lo propio, y de abrir interrogantes sobre los límites y la capacidad de entrar en la piel del otro.